domingo, septiembre 30

Y recién cumplo 29, eh?

Advertencia: Antes de empezar a leer les advierto que es sábado son casi las 2 AM y estoy sola en casa. El marido se fue a pasar el fin de semana al pueblo (putos españoles y sus pueblos!). Me siento sola. No recuerdo cuándo fue la última vez que salí por ahí o me divertí de cualquier modo. Estoy de bajón. Lo que sigue es pura negatividad y según termine de hacer catarsis le daré a Publicar Entrada, sin relecturas ni leches.





Como cada año, a pocos días de mi cumpleaños me empiezo a rayar. Y no es (sólo) por la cuestión de la edad y qué mayor que me estoy volviendo y todo el bla bla bla del paso del tiempo. A mi lo que verdaderamente me jode de mis cumpleaños es la presión que siento de festejarlos. No tengo ganas de hacer lo mismo que hago desde que llegué aquí. Cocinar y limpiar todo el día para mi familia política y mi tía (único lazo sanguíneo que tengo en esta ciudad). Me da un retorcijones de sólo pensar en la escena. Mi suegro como una tumba o lo que es peor abriendo la boca sólo para pronunciar su disgusto sobre loquesea. Mi suegra, en fin... siendo ella misma. Mi tía no encajando con ellos. El menor de mis cuñados desplegando toda su niñatería. Mi cuñado mayor y su esposa, bien. Al menos con ellos me siento bien. Y yo corriendo de un lado para otro. Sin relajarme. Sin disfrutar. Y deseando que se termine pronto aquello. Para poder olvidarlo lo antes posible. Lavar los platos, ordenar la casa y poder irme a la cama para no pensar.

¿Y qué es lo que yo quiero? Porque nadie me lo pregunta, claro. Yo quisiera salir a cenar por ahí. Por ejemplo, ir al vegetariano ése que me gusta de la Plaza San Miguel y de postre comerme un pedazo de pastel de algarroba. Antes ir al cine o al teatro. O salir a tomar algo con amigos. Pero claro para eso habría que tener amigos y guita. Y últimamente no ando sobrada de ninguno.

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